martes, 15 de mayo de 2012

El que coge con la luz apagada, duerme con la luz prendida.




Respecto de la comunicación y el ¿por qué? de ser un imán en una selva variopinta en parásitos de todo tipo y color; tengo una teoría, extraída de la experiencia, más no agarrada de los pelos de nadie.

La gente se aferra al que SABEN que escucha. No a cualquiera que atrapan al voleo. No. La gente parasita a quien SABEN que no le chupa un huevo/ovario todo; y eso lo saben porque al parasitado lo condena el pasado. Ese pasado que todo parásito conoce. Saben que pueden romper las pelotas a más no poder porque el parasitado vino al mundo a eso, a ser la bolsita de papel madera donde el resto vomitará.

Porque es así, no porque se lo proponga. Porque tiene colgado el cartel ‘vení, hacete amigo, contame que te anda pasando que a mi, total, no me pasa nada’. Aunque lo niegue. Aunque no lo quiera ver. Aunque no le interese ningún parásito, incluso.

Pero se pegan, las garrapatas. Viene primero la fuerza de la gravedad y después la fuerza de atraer parásitos. Es así. Newton a esta no la vio. Te la perdiste, Isaac.

Y todos sabemos que contra la fuerza natural no se puede. Ni de un lado, ni del otro.

Entonces, estos seres van probando. El sistema consiste en tantear el nivel de flexibilidad de la soga, para conocer hasta donde joder/no joder en el próximo ataque. Porque claro, como el parasitado no es rencoroso, hay próxima. A veces próximas. Piensan a futuro.

Desde este humilde blog se aplaude el ímpetu previsor pero, no me interesa. Algunos tienen comodín por el aprecio y los buenos momentos. Otros no.

La explicación de este tire y afloje es básica, vulgar. La gente no se oye. Entre si menos. Hay pocas personas tolerantes. Hay mucha demanda y poca oferta. Por eso el parasitado siempre tiene doscientos pelotudos colgando. Porque se agarran del que escucha. Y, de nuevo, el que escucha, no lo puede dominar. El tipo escucha porque es un copado, porque le sobra.

De vez en cuando le dan ganas de decir: ‘Disculpame querido/a, ¿me aguardás un momentito?, ya vengo, voy al dispensario a tomar la pastilla que me recetó el médico, sufro de presión’. Y entrar a los dos minutos con un tractor, y levantarlo/a culo para arriba dos metros, así sabe que es estar ‘culo para arriba’ porque con lo infumable que es será el único momento en que probará esa posición.

Pero no, se la banca, porque asume que es diferente, que está parado en la otra vereda. En otra vereda más copada.

En esa vereda, el parasitado comprende que, a pesar de todo, los parásitos se dieron cuenta que pueden faltar muchas cosas en la vida, pero tener una oreja que no solo los escuche, sino que además les preste atención a lo que dicen sin importar el calibre de la mierda que relaten, que le interese lo que tienen para decir, es fundamental.

En la vereda copada, cuando uno se comunica, cuando logra comunicarse realmente, entender y hacerse entender; el resto viene solo. Confianza, amistad, coger, todo lo anterior o incluso nada, depende el interés.

Y eso el parásito lo tiene clarísimo, pero no sabe como lograrlo. Porque no entiende un pomo.

El parásito, que desconoce este procedimiento, pasa a ser un consolador con ingredientes. Y el parasitado se va a buscar charla a otro lado. Ergo, es mas que probable que también termine cogiendo ahí. Porque es más interesante. Y es que, el parásito funciona como la auto-gestión. Y la auto-gestión funciona como hacerse la paja con una mano de plástico. Y la mano de plástico es fría. Y a algunos nos gusta el calor. El calor de hogar donde uno se siente como en un sofá de tres cuerpos, cómodo.

Porque si, porque lo primero que hay que mover es la neurona. Los cuerpos se mueven por efecto dominó.

En resumen:  Está bien que se dialogue mucho, o más. Está muy bien. Está bien que se escuche mucho o poco. Comunicarse no es la salvación de la humanidad sino simplemente ser buena leche, que no sé si se aprende o se nace. La clave está en que el limite entre lo que se soporta y lo que no, lo establece uno, NO EL OTRO.

Mi imagen mental ideal de comunicación es la siguiente: ‘Llegás a levantar la mano, te doblo el brazo por detrás de la espalada, te empujo contra la pared, me acerco hacia vos y luego de respirarte hondo al oído te susurro: ¿tomamos unos mates?’

Y sonreír, fundamental sonreír. Así no tenemos que poner azúcar y arruinar el mate de la vida.

Pareciera que hablara la diseñadora de una sociedad distante, pero no. Habla la diseñadora de una sociedad pensante. 

Igual, a veces lo que una considera mejora, al otro, le quita el poco oxígeno en sus bocanadas por sobrevivir. 

No importa, hay tantos diciendo SI, no vamos a estar ocupándonos de quienes dicen NO.